jueves, 16 de junio de 2011

Cando duermes



Hoy me he despertado pronto, necesito beber agua, la noche fue larga, ya entran los rayos de sol por la ventana. Regreso a la habitación bostezando con ganas de volver dormir, cierro la puerta despacio, para no despertarla, la miro y me quedo ensimismado viéndola.
Sus rizos surcan la almohada como olas de temporal en la playa, me estremezco al observar la posición de la mano que flota al borde de la cama, es como la pintó Miguel Ángel en la capilla sextina… la creación de Adan…. , sus hombros tan delicados y suaves invitan a besarlos, me contengo y me siento en la silla de la cómoda.
Recorro con la vista su cuerpo, sus largas piernas, emergen desde retorcidas sabanas, con un cruce decoroso y puritano que me hace sonreír, su minúsculo camisón de seda, deja al descubierto su cadera y parte de su plano vientre, que incitan al deseo. Me fijo en la pequeña fracción de la cara que me deja ver su cabello, sus ojos y boca cerrada, de dan un imagen angelical y de paz contagiosa. Me acomodo tanto como puedo en la silla y sonrió en silencio. Pasan los minutos y sigo deleitándome con esa bella estampa. Esta secuencia ya la he visto antes, en la película de mi vida, con otras actrices, da igual que sean distintas, más altas, más llenitas, más simpáticas, más bronceadas, la maravillosa sensación es siempre la misma.
Me siento afortunado, por compartir este mágico momento, esencia de mujer, perfume delicado de la belleza femenina en todas sus expresiones, momento místico que saboreo despacio.
Quisiera ser poeta para escribirte una Oda, pintor para inmortalizar este momento, quisiera ser creyente para dar gracias a Dios.
Cuando sea anciano y mi vida sea contemplativa, de un mundo acelerado, recordaré este momento, mujer y sentado en el banco del parque, asomara un lagrima de emoción, igual como la que me aflora ahora al verte

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