lunes, 23 de mayo de 2011

El espejo


                                                   La Venus del espejo es un cuadro de Velázquez (1599-1660)
Escribo estas líneas cansado de ver la pantalla en blanco y sin saber muy bien donde me llevarán, esta situación me hace recordar la canción de Serrat…....Buscaba una canción y me perdí
en un montón de palabras gastadas.
No hago otra cosa que pensar en ti
y no se me ocurre nada…..


Quiero escribirte, me relaja, quiero olvidar por un rato mis problemas. La vida es como un tiovivo que da vueltas, con sus caballitos que suben y bajan, bueno el mío últimamente siempre esta bajo, por eso siempre recurro a mis más agradables recuerdos, para evocar tiempos mejores que compensen el hastío del presente.
Mi mente se pierde por el sinuoso camino de los recuerdos y me veo a mi mismo hace unos años……... Como siempre se retrasa, pero me compensa la espera, la paz que me rodea es increíble. Estoy acomodado sobre el viejo banco de madera, los brazos en cruz rodean el respaldo, tengo los ojos cerrados por el sol, pero aun así penetra y me sumerge en un limbo granate que potencia mis otros sentidos, puedo notar las vetas de la madera al pasar las yemas de mis dedos. Inspiro profundamente y el aroma fresco de las Salvias que reina en todo el jardín me invade, pero se ve superado por la dulce fragancia y el sabor de la flor del Naranjo jazmín que tengo entre mis labios, la polifonía que producen de las aves me envuelve y se mezcla con las risas de unos niños a lo lejos. Exhalo el aire de mis pulmones lentamente sacando de mí todas las dudas y nervios, escucho unos pasos sobre la gravilla que se dirigen hacia mí, sin duda eres ella, es el sonido de la elegancia al andar. El limbo granate se oscurece a la vez que cesan los pasos, abro lentamente los ojos y ahí está, eclipsando al sol. Mi corazón se agita al verla a contra luz, su vestido de gasa se convierte en una radiografía y deja a la vista tu estilizada y maravillosa figura.
Tras el paseo por el Jardín Botánico, fuimos a su casa a por una prenda de abrigo, la idea me sedujo por que era la primera vez que me invitaba a subir. Su apartamento estaba decorado tipo minimalista, con mucha luz. Le acompañe al armario de su dormitorio y me llamo poderosamente la atención un elemento peculiar contrario al resto de la casa. Ella me miró y con una sonrisa, me comento que lo tenia desde niña. Al salir de la habitación ya con la chaqueta, le di la última mirada a ese viejo espejo.
Después de pasar el día juntos, al regresar hacia mi casa, en la soledad de la noche, me di cuenta que sentía envidia de esa lámina metálica, que esta mirándote. Objeto inanimado que refleja belleza y placeres, silencioso metal, que te acompaña cuando te engalanas y te entregas. Guardián de tu intimidad, de tú hermosa y radiante desnudez. Testigo mudo de los ensayos de tu primer beso, de la metamorfosis de tu cuerpo, de los suspiros del amor adolescente, de las lágrimas del desengaño, de las miradas lascivas y las coreografías sensuales. Ventana de tus anhelos y tu angustia, retratos en el álbum del paso de la vida. Envidia del tiempo que pasas mirándolo y del que te mira, con la exultante naturalidad, de la solitaria alcoba. Examinador de tu vestuario, juez de tus mentiras, compañero de fantasías y fiel narrador de tu reflejo. Envidia, por que sé, que a él no le puedes mentir, por que eres tal cual, por que te muestras sincera, por que ves lo que realmente eres, por mucho que yo te lo diga, tú nunca lo creerás, por que te ayuda a cambiar tus defectos. Envidia por que jamás me dejaras verte, como él te ve.

No sé si la historia será medianamente legible, pero ha salido de muy adentro, el recuerdo de su sonrisa ha hecho que por un momento, mi caballito del tiovivo haya subido y he podido ver las maravillosas luces de la feria.

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