lunes, 30 de mayo de 2011

La paloma



Este invierno parece eterno, la casa esta gélida, voy hacia el oasis de luz que entra por el ventanal de salón, desplazo hacia él mi sillón de lectura, fiel compañero de tantas aventuras, me aprovisiono de un zumo y almendras. Ya estoy listo para el viaje, noto la calidez del sol en mi rostro, cierro los ojos pensando en el placer que me produce las devastadoras explosiones de nuestro pequeño astro que la distancia lo convierte en caricias tan delicadas. Abro los ojos y veo a una paloma que me mira desde el alfeizar de la ventana, pasea tranquilamente moviendo rítmicamente su robusto cuello, me fijo en sus ojos, son rojos e hipnóticos, su mirada penetrante, como un agujero negro succiona toda mi atención.
Estoy mareado, todo esta borroso, siento frio y el sonido de la ciudad se hace ensordecedor. Caigo presa del pánico al verme tras el cristal sentado en mi sillón, mi corazón se va a colapsar de las palpitaciones que tengo, me doy la vuelta y veo la caída de cinco pisos de altura, se oye un estruendo y salgo volando.
 Ni en el mejor de mis sueños he llegado a experimentar esta sensación de libertad, todo es pequeño desde esta altura, el bullicio de la ciudad es ajeno a mí bajo mis alas. Sin darme cuenta estoy volando por los jardines del Turia, a lo lejos destacan los brillantes edificios de la ciudad de las ciencias, salgo de mi estado de euforia y me pregunto si abran más palomas como yo. Veo los jardines de los Viveros y me dirijo hacía la plaza, allí hay muchas, seguro que encuentro alguna en mi misma situación.
Allí estabas tú, sentada en un banco de madera, de tus manos caen semillas y todas están a tu alrededor, siento la imperiosa necesidad de comer, yo también a empujones me hago un hueco. Cuando me siento saciado miro a mí alrededor, pero ninguna es como yo, me siento frustrado de no poder compartir esta experiencia con nadie más.
Levanto la vista y te miro detenidamente, eres muy atractiva, femenina y elegante, me sorprende ver tus ojos con lágrimas y la mirada fija en la nada, en tu mano un papel arrugado por la presión y la impotencia. Me subo a tu rodilla para poder leerlo, me pareces muy sensible al ver que todo  es por un amor no correspondido. Noto una presión en mi ala, me asusto, rápidamente me tranquilizo al ver que  tu mano como me acaricia, me miras y me sonríes. Me estremezco cuando pasas el dedo por mi buche, siento tu piel por mi cuello, erizo las plumas por el placer que me produces, quiero abrazarte y no tengo brazos, quiero besarte y no tengo labios. Puedo hacer piruetas en el aire y ni si quera puedo decirte ¡Hola! Aunque me siento frustrado, soy consciente de que mi compañía te ayuda, me hablas como si fuéramos amigos, pero no te equivoques no soy afortunado por poder volar a donde quiera como dices, sino por estar en tu compañía, por sentir tus caricias. Me siento desgraciado de no poder decir que me he enamorado como un tonto de una extraña, que tus lagrimas quedaran en el olvido por mis besos, que aunque no tengas alas te haré volar cuando estemos haciendo el amor, que soy lo que buscas, yo por fin he encontrado lo que buscaba, eres tú, mi vida , mi extraña.
Suena una explosión y mi instinto hace que me eleve junto a mis compañeras, volamos juntas hacia la copa de un árbol cercano, miro con desprecio al niño que tira los petardos. Busco a mi amada en el banco, pero solo hay un papel arrugado, planeo con desesperación por la espesura del jardín sin encontrarla, me siento agotado y paro en lo alto de una farola, respiro profundamente, las lagrimas no me dejan ver, esta todo borroso, siento calor y paz. Me sobresalta el timbre del teléfono, me incorporo en el sillón y veo salir volando la paloma de la ventana.
-          Si ¿dígame?
-          Hola soy  Ana, vamos a ir a los jardines de los viveros a merendar con los críos, he pensado que te vendría bien salir un poco.
-          Dame quince minutos y pasas a por mí
-          Que bien, tus sobrinos se alegrarán mucho
-          Yo llevaré la comida de las palomas y se la daremos en la plaza, allí donde están los bancos
-          ¿Y eso?
-          Voy a conocer a la mujer de mi vida, no tardes, un beso.

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