jueves, 20 de octubre de 2011

El cóctel


Me siento mecido por el suave balanceo del agua de la piscina, mi cuerpo flota ingrávido, los brazos extendidos, luchando para que las piernas no se hundan y rompan este estado de paz. Miro al cielo azul y como pasan las blancas nubes con sus innumerables formas, el agua cubre mis oídos y puedo escuchar mi pausada respiración.

El estruendoso sonido y las gotas salpicando mi cara, hacen que vuelva a la realidad, busco la verticalidad con ayuda de mis brazos, examino mí alrededor para encontrar al entrometido que ha destruido mi paraíso, pero solo veo burbujas y un diminuto oleaje. De repente surge con delicadeza un rostro, el agua resbala desde su cabello y con el brillo del sol lo convierte en un velo de gasa, su mirada penetrante es azul, con unos matices de rojizo por el cloro y su sonrisa se acerca a mí con descaro.

- ¿Te he asustado?- me pregunta con voz angelical

- No, para nada – le miento, mientras mis pulsaciones se van normalizando del susto y de la ira.

- Es que me quería refrescar antes de entrar a trabajar, empiezo el turno ahora ahí enfrente en la choza de los cocteles, por cierto luego te pasas y te invito a uno, por el susto – me comenta mientras se aleja hacia la escalera.

- Vale – le contesto con voz de sorpresa.

La veo salir de la piscina con elegancia, su traje de baño azul oscuro realza su figura a categoría de diosa, todos los hombres y gran parte de las mujeres siguen con la mirada, su improvisado desfile por la pasarela que conduce a la choza, mientras se va secando con la toalla.

A la hora ya estaba de camino hacia la choza, eso sí, enfundado en una camisa para ocultar con escaso éxito, los estragos de las comilonas en las vacaciones, mientras me dirigía hacía un taburete en la barra, la observaba despalda secando una copas, el pareo que medio cubría daba una nota de color al verde del jardín que nos rodea.

- Holaaa – me saluda con una sonrisa sincera

- Hola ¿Cómo estas? – le digo muy cortésmente, para disimular la fascinación que me causa

- Muy bien, bienvenido a mi pequeño mundo, ya ves esta es mi vida, asustar en la piscina y servir cocteles – me comenta con socarronería

- Bueno, la vida es como un local de copas- le comento siguiéndole la ironía

- Ahh ¿si?, explícame eso, me has dejado intrigada – comenta mientras se apoya en la barra con atención
La miro fijamente a los ojos y con una pequeña sonrisa, me siento enfrente de ella y dejo escapar mi reflexión ante su atenta mirada.

La vida es como un esplendoroso local de copas. Como siempre los hay que están situados con una vistas excelentes, un servicio inmediato y muy holgados en sus sillones de mimbre. También están los que se acomodan por el resto del local intentando recolocar las sillas a su gusto, para disimular un poco su dificultad de movimientos. Por supuesto luego están los que se apiñan en la zona más alejada y lúgubre, esta claro, como siempre ocurre pegadito a las puertas de los servicios. Mas angosto si cabe por el transito de los vips al baño. Y con la resignación de saber que aun hay gente fuera que no puede entrar. Es más cada fase de la vida la imagino como un coctel. La niñez tan refrescante podría ser perfectamente un Shirley Temple:

3 partes de Sprite… la efervescencia de la inocencia
3 partes de Ginger Ale … un toque picante del jengibre
1 toque de granadina….. la dulzura frutal
1 cereza ….. el regalo esperado

De jóvenes podrá ser un Margarita:
1/3 de Tequila …… Destilado potente sin mucho cuerpo
1/3 de Cointreau …..Destilado de naranja, difícil de degustar entre lo dulce y lo amargo ( como la vida misma)
1/3 de jugo de limón ….. Refrescante y acida
Se moja el borde de la copa y se impregna en sal y se sirve en copa alta con una rodaja de limón. Ahí ya empiezas a saborear los contrastes de la vida.

-Oyeeee,- me corta con mirada de asombro, estoy alucinada- ¿a que te dedicas? Eres barman, sabes más que yo de cocteles. Me encantan tus comparaciones – su mirada se transforma en atracción con matices de picara - ¿y yo que coctel sería?
Con el convencimiento de que mi sonrisa no cabe en mi cara, me apresuro a contestarle.

- Yo te veo como una Caipirinha :
1 Lima….. Aplastada para sacar todo el jugo …a la vida
2 cucharadas de azúcar moreno ….. un toque de dulzura pero sin empalagar
60 ml. De CachaÇa … aguardiente brasileño…. Samba liquida.
Y mucho Hielo …. Un alud de frescura

Puedo ver su sonrojo aun con el bronceado de su piel, mi nerviosismo ante esta situación inesperada es evidente, me siento bien, más bien eufórico, nunca creí que pudiera alguien como yo llegar a interesar a semejante mujer.

- ¿ Y tú , cual serias?- me pregunta con interés inusitado-

- Bueno yooo – dudo por un instante, pero me salgo por la tangente- Yo sería un Manhattan, un Bloody Mery o un Tom Collins algunas de esas, pero con toque de Angostura, para recordarme lo amargo de la vida.

En ese preciso instante una turista de algún país nórdico, roja como una gamba, rompe la complicidad y la magia con su voz ronca, al pedirle una cerveza. Mientras le sirve no deja de mirarme y sonreírme. Cuando termina vuelve hacía mí deslizando su frágil mano por la barra, cuando se pone ante mí, me coge la mano con suavidad.

- Veo que no tienes anillo, el turno termina a las 10, si quieres me enseñas algunos cocteles, tengo la impresión que los haces muy bien – Me comenta tranquilamente, sabedora de la mutua atracción-

En ese momento sentimientos encontrados luchan en mi interior, una parte anhelaba ese momento y otra lo temía.

- Lo siento mi pareja esta en la habitación del hotel, me encantaría tomar la Caipirinha, seguro que es el sabor más delicado que puedo imaginar, pero sé que la resaca me puede doler mucho, tengo mucho que perder …. Ya ves cosas de la Angostura, mi vida ya no puede con mas momentos amargos. Su mirada reflejaba al principio perplejidad, pasados unos segundos se transformo en complacencia.

Se puso de puntillas estirando su cuerpo y agarrándome con firmeza me regaló dos besos en las mejillas que pudieron oírse en toda la piscina. Sobraban las palabras, cruzamos las miradas por ultima vez y sonreímos sinceramente, mientras iba hacía la habitación, repetía mentalmente lo vivido y me preguntaba, como lo hago ahora, que sabor tendría esa copa.

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